jueves, 19 de diciembre de 2013

QUÉ VA A SER DE MI

Ojos hinchados y un dolor de cabeza horrible. Ayer me había dejado con una de las frases más gastadas de la historia de las relaciones ‘ya no siento lo mismo’ e irónicamente yo estaba durmiendo en el suelo, sobre el colchón que había trasladado desde mi habitación recién pintada. Cómo si la vida me estuviera diciendo: te han dejado tirada. Sí. Me había dejado tirada. Y ahora me tenía que levantar para ir a trabajar e intentar arreglar el desastre de cara que tenía como consecuencia.

Tenía todo lo que quería: una familia, un trabajo estable y una relación que yo también creía estable. No habíamos hablado de ir a vivir juntos aún pero las cosas nos iban muy bien. O eso creía yo. Ahora estaba tirada en un colchón sobre el húmedo suelo de mi casa, con los ojos rojos y preguntándome qué estaría haciendo él cuando en realidad lo que me preocupaba es qué iba a ser de mí…

...

“Estás despedido”. Esas dos palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza como las odiosas canciones que triunfan en verano. Llevaba trabajando para la misma empresa ocho años, mi jefe estaba contento conmigo o al menos eso creía y ahora, de repente estaba en el paro. ¿La causa? Según mi jefe la crisis. Maldita crisis.

Giro la cabeza y está ella. Durmiendo a mi lado. ¿Cómo le iba a decir a mi mujer que el lunes ya no volvería a trabajar? ¿Qué íbamos a hacer? Ella no es capaz de encontrar un trabajo e íbamos tirando poco a poco con mi sueldo. Sólo podía pensar en gastos: la hipoteca, el seguro del coche, la luz…

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No puedo dormir. Mañana me gradúo. Llevo cuatro largos años esperando este momento y ahora lo que siento es miedo. Hay un enorme vacío ahí fuera y ni siquiera sé lo que voy a hacer. Encontrar trabajo hoy en día es una gran utopía y me imagino cómo en esas películas de ciencia ficción en las que el protagonista está solo en una ciudad vacía con grandes rascacielos en la que ya no queda nadie. Doy una vuelta en mi cama. Y otra. Y otra…



Tres vidas. Tres camas. Tres historias. Tres futuros inciertos. Tres puntos suspensivos.






jueves, 21 de noviembre de 2013

FRONTERA


Había trazado una línea imaginaria cuando era aún pequeña. Una línea que la separaba a ella del resto del mundo. Al principio, la gente la cruzaba con facilidad. Invadían su universo pero a ella no le importaba. Hasta que un día alguien cruzó esa línea, le hizo un daño irreparable y se fue de su vida para siempre.

Ana apagó el despertador e instintivamente se levantó de la cama. Era el cuarto día anterior al viernes. Así lo llamaba ella para no desanimarse. Encendió su teléfono. Varios WhatsApp iluminaron su pantalla. Trabajo, trabajo y más trabajo. Eran las siete de la mañana, estaba algo revuelta y tenía que ir a trabajar. 

Sus ganas disminuían a la par que avanzaban los minutos en el reloj de su habitación.Tenía una llamada perdida de Pedro. Recordó que había quedado con él para cenar hoy. Les presentó María, una amiga común. Pedro quedó prendado de Ana al instante pero ella tardó unos cafés y unas cuantas cenas en darse cuenta de que sentía algo por él.

- Pedro está loco por ti, Ana. ¿Y tú como te sientes?, le preguntó María unas semanas después de la presentación.

- No se…María- ¿Sabes cuál es tu problema? Te encierras en ti misma y no dejas a los demás pasar la frontera que te has inventado. Has levantado un muro.

- Tonterías- Vamos, Ana…Nos conocemos desde hace cinco años ¿Cuánto tiempo tardaste en darme tu confianza?

Se aseó y vistió pensando en esa conversación. Habían pasado ya dos años desde ese día. María tenía razón. Tenía miedo a que alguien al que ella le daba toda su confianza y cariño le hiciera daño. Como aquella vez. Quizás por eso su relación con Pedro no era completa. No estaba siendo transparente. La frontera que ella había puesto seguía entre los dos.

Bajó las escaleras de su casa y se dirigió a la parada del metro más cercana. Oyó el sonido del tren subterráneo cuando estaba validando su viaje. No corrió. Hoy no tenía fuerzas ni ganas de apresurarse.

Cuatro minutos. Esperó en el andén hasta que llegó el siguiente metro. Se subió en el último vagón. Disfrutaba del viaje en metro hasta su trabajo día a día. Nunca coincidía con las mismas personas. Eran todos extraños. Todos diferentes. Le encantaban esos momentos de soledad.

Próxima estación Gregorio Marañón. Su parada. Se levantó y se puso frente a la puerta. Alzó los ojos sin querer y su mirada se encontró con la de ella. Habían pasado veinte años pero nunca olvidaría esos ojos. Eran iguales que los suyos. ¿Por qué se tenía que parecer a ella? No la había visto desde aquel día que marcó su vida. El día que su madre les abandonó a ella y a su padre para irse con otro hombre que no quería hijos.El triste recuerdo de ese día la paralizó. Su madre, la persona a la que más quería la dejó sola, la abandonó cuando tan sólo tenía diez años. 

Salió del metro sin apartar la mirada de su progenitora que, cabizbaja entró en el vagón.Subió las escaleras mecánicas aún paralizada por lo que acababa de ocurrir. 

Al llegar a la calle sacó el móvil de su bolso y marcó nueve dígitos en el teclado. Decidió que era hora de romper poco a poco el muro, de dejar a los otros cruzar esa frontera. De empezar a querer de verdad y dejarse querer. De dejar atrás el pasado.

- Clinica Isadora,. Buenos días.

- Buenos días. Soy Ana García. Quería anular la cita que tengo para esta tarde.

- ¿Está usted segura?- Sí. Completamente.


Colgó el teléfono, acarició su barriga, sonrió y caminó hacia las oficinas donde trabajaba dejando atrás la estación y su pasado.






martes, 24 de septiembre de 2013

PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID

Allá donde se cruzan los caminos,donde el mar no se puede concebir,donde regresa siempre el fugitivo.








viernes, 20 de septiembre de 2013

ESTRELLA

"Abrió la puerta de su habitación, su pequeño mundo, y anduvo hasta su rincón favorito de la casa: el diván de debajo de su ventana. Se sentó allí y miró al cielo. Buscó su estrella como hacía cada noche y allí estaba, puntual a su cita. Había miles de estrellas en el cielo, todas únicas, todas especiales pero a ella le gustaba mirar la suya. Tan lejana, tan inalcanzable y a la vez tan hermosa. Suspiró y acto seguido sonrió. Sabía que en algún lugar del mundo habría alguien para el cual ella sería única, sería especial: sería su estrella."

viernes, 6 de septiembre de 2013

SÁBADO, SEPTIEMBRE

'Hay una verdad universal a la que todos tenemos que hacer frente, tanto si queremos como si no. Todo finalmente termina. Por mucho que he esperado este día, nunca me han gustado los finales…El último día de verano…El capítulo final de un buen libro…Despedirse de un gran amigo. Pero los finales son inevitables. Las hojas caen. Cierras el libro. Dices adiós.

Hoy es uno de esos días para nosotros. Hoy decimos adiós a todo lo que nos era familiar, todo lo que nos era cómodo. Estamos saliendo adelante. Pero precisamente porque nos vamos, y eso duele… Hay algunas personas que son tan parte de nosotros que estarán con nosotros pase lo que pase. Son nuestra tierra firme… Nuestra Estrella del Norte, y las voces de los pequeños claros en nuestros corazones que estará con nosotros… siempre.'

Castle

viernes, 30 de agosto de 2013

RAIN, FAITH, LOVE



We'd all like to kick back, and wait for some magical force to show us who we should spend the rest of our lives with, but the truth is there isn't a lightning bolt that slaps you on the ass, and tells you to pick this person over all others. If anything its like the rain. Rain falls all the time. Sometimes your prepared for it, sometimes your not, and depending on where you are when it hits you either get caught in it, or you dont. In fact most of us try like hell to avoid it. You might miss the bus, you might catch the bus. Maybe you remembered your umbrella, maybe you didn't. No big signs just random torrential bursts of opportunity and thats the most fate can do, the rest is up to us.

A todos nos gustaría ponernos cómodos esperando ese momento especial que nos mostrara con quién deberíamos pasar el resto de nuestras vidas pero la verdad  es que no existe ese rayo que se estrella justo en tu trasero y te dice que tienes que escoger a esa persona y no a otra.  Es como la lluvia. La lluvia cae todo el tiempo. A veces estás preparado, otras no. Y dependiendo de dónde estés cuando rompe a llover te puedes mojar o no. De hecho, la mayoría de nosotros intenta por todos los medios escapar de ella. Puede que cojas el bus pero también puede que lo pierdas. Quizás recordaste coger tu paraguas. Quizás no. No existen las grandes señales. Sólo oportunidades. Y eso es lo más que el destino puede hacer. El resto, es cosa nuestra.

Fragmento de la película 'Buying the cow'